destino caprichoso...
"... maldito destino caprichoso, provocador e inconsciente... qué aburrido debías estar para entretenerte jugando con mi suerte. Hoy, después de todo, después de nada, has vuelto a ensañarte conmigo, después de abonar mi corazón con tierra de la pena y regarlo con agua del olvido... has tenido que traerla, me has pedido que la vea... y ella lo ha aprovechado. Ha entrado en la sala, ajena al mundo, y todo se ha paralizado... la gente se movía lentamente... y un silencio que no era silencio se hacía dueño del espacio, con un zumbido propio al que acompaña a una explosión... Breves e incómodas palabras de ascensor entonaban miradas que no se encuentran... y yo con la peor de mis sonrisas. A partir de aquí, todo dolor... los segundos se contaban como horas eternas, infinitas...
Al salir de la sala llovía, no podía ser de otra manera, igual que aquella vez, igual que la primera... igual que cada vez... Pero ahora sí era como una película y tenía banda sonora; Alejandro se encargaba, en el coche, de pintar con palabras el dolor, poniendo en mi boca letras que creía haber olvidado... El camino hacia el ayuntamiento se hacía largo, lento, y no podía distinguir mis lágrimas de las de la lluvia pegadas al cristal... Sin consuelo, desgarrado, con el corazón dado de tanto esfuerzo, cansado de tantos latidos a destiempo, roto por las heridas que cierran dejando el llanto dentro... llueve... me llueve en el alma. Es tan grande la angustia que se mezclan, en un instante, sollozos con suspiros. Y volviendo, se repite en mi mente aquel verso: qué gran dolor se acumula en mi costado, que por doler hoy me duele hasta el aliento..."
Al salir de la sala llovía, no podía ser de otra manera, igual que aquella vez, igual que la primera... igual que cada vez... Pero ahora sí era como una película y tenía banda sonora; Alejandro se encargaba, en el coche, de pintar con palabras el dolor, poniendo en mi boca letras que creía haber olvidado... El camino hacia el ayuntamiento se hacía largo, lento, y no podía distinguir mis lágrimas de las de la lluvia pegadas al cristal... Sin consuelo, desgarrado, con el corazón dado de tanto esfuerzo, cansado de tantos latidos a destiempo, roto por las heridas que cierran dejando el llanto dentro... llueve... me llueve en el alma. Es tan grande la angustia que se mezclan, en un instante, sollozos con suspiros. Y volviendo, se repite en mi mente aquel verso: qué gran dolor se acumula en mi costado, que por doler hoy me duele hasta el aliento..."

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